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martes, 27 de mayo de 2014

Tarea 13 – Madrid vs Madrid


No hay otro acontecimiento igual en Europa. Menos aun si está concentrado en una sola ciudad, Madrid. Pero esta hipótesis solo habría visto la luz de no haber sido por mi escasa pero mínima idea de fútbol, porque el pasado sábado la segunda capital más importante de la Península (dejando de lado debates patrióticos) habría dicho que era Madrid.

Sí, Lisboa acogió la final de la Champions League, ese torneo que hace más llevadera la semana hasta febrero y que luego solo sirve para desquiciarte año tras año.


Este año Madrid sonrió como nunca y, porque no decirlo, tuvo la suerte necesaria para hacernos participes de una gesta histórica. Nunca antes dos equipos de una ciudad alcanzaron en la misma temporada la final de un torneo tan respetado por la sociedad. “¿Que sólo es fútbol?”, preguntaban unos. “Pues sí, solo es fútbol”, constaban otros. No me sabría a quién llamar loco. Además, el cuento se escribía solo y la capital vecina esperaba. Toda Lisboa aguardó en sus casas para dar colorido diferente a una ciudad que también posee una rivalidad similar.

Las bebidas energéticas se dejaron ver. La tensión y los sudores iban de la mano paseándose por las calles de Lisboa camino de Da Luz. Más bebida energética. Poco a poco las conversaciones concretaban más, el tema de los noticieros dejó de ser un equipo u otro, ahora eran 11 personas. Se acercaba todo y poco a poco las miradas se ceñían.

Como siempre el partido comenzó en el minuto dos. El ser humano, impuntual por naturaleza, y un prolegómeno más propio de Juegos Olímpicos ratificaron aun más el pertinente retraso futbolero. La tensión y los sudores siguieron la pendiente de la grada y se propagaron por el campo hasta dilapidar el nerviosismo inicial dilapidar la primera media hora. Pero apareció el santo. Sí pero no, apareció pero mal. Un error mundial que ascendía al Cholo al puesto de comandante de una de las gestas históricas más relevantes de la historia del fútbol. Casi nada.

El Atlético jugaba con el oficio de campeón y el Madrid lo intentaba como un aspirante sin nada que perder. Algo no cuadraba dentro de lo establecido, o bueno, eso pensaban algunos. El tiempo corría enseñando una historia ya vista durante el año, solo hacía falta contarla una vez más. Y lo hicieron durante los 90 minutos que duró el partido. Más que menos, pero en Lisboa menos que más, se temieron lo peor.


Los que llegaron con dinero lo intentaron por activa y por pasiva, con zurdos y diestros, con veteranos y noveles. Faltaba uno. Pero este no lo intentó. Como si del Juicio Final se tratase, cuando ya no quedaba nadie por hablar, él saltó, giró y golpeó despacio. No voló una mosca. Se hizo silencio. Todos los demás bajaron sus cabezas y apareció él, vestido de Juicio Final, y señalando a la cámara susurró: “Yo, Sergio Ramos, jugué en el Madrid de ‘La Décima’”.

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