No hay otro acontecimiento igual en Europa. Menos aun si está concentrado en una sola ciudad, Madrid. Pero esta hipótesis solo habría visto la luz de no haber sido por mi escasa pero mínima idea de fútbol, porque el pasado sábado la segunda capital más importante de la Península (dejando de lado debates patrióticos) habría dicho que era Madrid.
Sí, Lisboa acogió la
final de la Champions League, ese torneo que hace más llevadera la semana hasta
febrero y que luego solo sirve para desquiciarte año tras año.