SEC1: El Plan Bolonia fue objeto
de especial atención informativa desde antes de su implantación, sobre todo por
las protestas que generó en sus principales implicados, profesores y alumnos.
Ahora ya pocos medios le dan importancia a este plan europeo que, entre otros
muchos objetivos, pretendía aumentar la calidad y la movilidad de la educación
de los estudiantes dentro del marco europeo.
El escritor y periodista Daniel
Romaní, aseguró que “como todo proceso de cambio en una máquina grande y
antigua, su implantación ha producido muchos chirridos. De todos modos, no sé
hasta qué punto estos chirridos han sido provocado por Bolonia o ha sido el
modo de implantación en cada facultad en concreto”. Esta cuestión que se
plantea, tiene que ver con que el modo de hacer frente a este nuevo plan, que
no se corresponde ni tan si quiera en las facultades de una misma universidad.
El llamado Espacio Europeo de
Educación Superior (EEES) fue creado con motivo del cambio, sin embargo trata
un ámbito complejo. Y es que no ha sido tarea fácil unificar los distintos
elementos de los diferentes sistemas universitarios, pues hasta hace relativamente
poco tiempo, cada país regía su educación de un modo independiente.
Frente a esto, el Plan Bolonia
daba la oportunidad de rediseñar el mapa y los contenidos de cada titulación, y
de hacerlo de un modo global y según las competencias de cada uno. Sin embargo,
si un alumno se para a hablar con sus compañeros de los problemas que ha
generado este nuevo sistema, se dará cuenta de que realmente los errores
proceden más de las particularidades de cada departamento o de cada facultad,
que de problemas generales en la educación, es decir, que Bolonia se ha
implantado de una forma muy superficial y sin tener excesivamente clara la
manera en que debe aplicarse.
Para finalizar, hay que destacar
que el largo proceso de reconversión al modelo Bolonia comenzó en 2002. Ante
esto, la que fuese rectora de la Universidad Ramón Llull, Esther
Giménez-Salinas, declaró que “desde 2002 hasta el modelo Bolonia de 2008, España
tuvo hasta seis ministros de Educación, cada uno de los cuales quiso implantar
su programa, haciendo y deshaciendo el camino una y otra vez para dejar al país
con seis años de retraso con respecto a la media europea”.
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